Uno de mis elementos preferidos en
decoración son los chandeliers. Los adoro. Su presencia es siempre
sinónimo de elegancia y aportan un maravilloso caleidoscopio de color y
luces con sus reflejos.
Su historia
se origina en las fastuosas arañas del siglo XV y XVI adornadas con
numerosos colgantes de vidrio. Los ejemplares más lujosos eran de
cristal de roca y habitualmente se colocaban en los salones de las casas
nobles y regias de la época. Y ese ha sido su lugar privilegiado hasta
hace bien poco, en que han irrumpido con fuerza en decoración y para
todas las estancias de la casa.
La
cocina de la fotografía es un buen ejemplo de cómo un chandelier puede
adaptarse a otra estancia que no sea un salón o un comedor y aportar ese
plus de glamour del que os he hablado.
Hay
que reconocer que la cocina en sí es una maravilla. Personalmente, creo
que es mi cocina ideal. Simetría casi perfecta reforzada por las dos
espléndidas ventanas gemelas al fondo, separadas por esa estantería
central, una enorme isla con la zona de cocción enfrentada a la zona de
aguas y la de desayuno junto a la zona de servicio, preciosos armarios
bajos y altos con un diseño rectilíneo y limpio de formas, molduras en
el techo, el suelo con esa continuidad cromática que prolonga el
horizonte visual, todo parece estar al servicio de la belleza. Así pues,
el chandelier no podía quedarse al margen y su aparición era del todo
imprescindible.
Para los que penséis
en lo incómodo de la limpieza os diré que, efectivamente, es más costoso
de mantener, pero que bien compensa esa pequeña incomodidad el placer
de contemplar cómo la luz se refleja entre sus lágrimas, mientras tomas
una taza de aromático café, escuchas tu música preferida cada mañana y colocas en un jarrón ese fantástico arreglo floral de lavanda que huele a naturaleza viva.
Via : Houzz |
Justo por situar el chandelier encima de la encimera, creo que brillarán poco las lágrimas de cristal. Supongo que el extractor de humos está camuflado en la isla y podrá evitar los vapores y los humos que empañen la espléndida lámpara. Me gusta disfrutarlo en este lugar de la casa si la isla o la península no tienen la cocina en ellas. Ahora bien, tu fantástica descripción casi me hace cambiar de parecer.
ResponderEliminarEs una decisión entre lo práctico y lo que te apetece. Por ejemplo, en la terraza he colocado un pequeño chandelier. Ya sé que tiene que limpiarse cada dos por tres, pero cuando me siento en el sofá, tomando una limonada fresquita y oyendo música, hija! que gustazo! Un beso.
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